¡SHALOM! ¿Cómo compartir la verdad con
personas judías?
Extraído de
la Revista Adventista, Año 101, Número 11,
Clifford Goldstein es el editor mundial de la Guía de Estudio de la Biblia
para la Escuela Sabática. Además, ha sido editor de la revista Shabat Shalom,
una publicación destinada a llevar el mensaje adventista a las personas judías
Un antiguo refrán judío dice
que el hombre que no le da una educación a su hijo “cría un ladrón”. Este
concepto refleja la importancia que los judíos le han concedido siempre a la
educación. De ahí que sea natural encontrar a muchos estudiantes y profesores
judíos en las universidades del mundo. ¿Cómo podemos comunicarles el evangelio?
Los adventistas deberíamos tener más éxito que ningún otro grupo religioso en
atraerlos a la verdad plena. Creencias fundamentales nuestras como el sábado, el
Santuario Celestial, los principios de salud o nuestra interpretación
escatológica, por ejemplo, nos permiten tender puentes de comprensión hacia
ellos. Pero antes de intentar compartir nuestra fe cristiana con nuestros
compañeros judíos debemos tener en cuenta algunas pautas importantes. Vamos a
examinarlas en este artículo. Digamos desde el principio que:
No es necesario ser judío para alcanzar a los judíos con la verdad. La mayoría
de los judíos que se han unido a nuestra fe fueron atraídos por miembros que no
eran judíos. Fue un inmigrante húngaro el que se me acercó primero con el
mensaje adventista. Otro judío que conozco se convirtió gracias al contacto de
un adventista. Otro judío que conozco que convirtió gracias al contacto de un
adventista sudamericano que apenas hablaba inglés. F.C. Gilbert, uno de los
pioneros de la obra adventista entre los judíos de los Estados Unidos, conoció
nuestro mensaje por medio de una familia no judía de Nueva Inglaterra.
Hasta resulta ventajoso no ser judío para compartir nuestra fe con uno que no lo
es, porque los judíos son menos hostiles hacia los cristianos no judíos que
creen en Jesucristo.
Conviene recordar, además, que: Hay muchos judíos secularizados que no creen en
la inspiración de la Biblia ni, en muchos casos, siquiera en Dios.
Al acercarse a ellos no hay que
dar por sentado que todos leen hebreo, se saben la Torá de memoria, guardan el
sábado y comen sólo alimentos ritualmente limpios. (Yo mismo me crié comiendo
pan con jamón, ostras fritas y pulpos ahumado...) Más de un adventista ha oído
estas palabras de alguno de sus amigos judíos: “Al observar cómo te comportas,
veo que tú eres más judío que yo”. Y si bien es cierto que en años recientes
muchos judíos jóvenes están volviendo a la fe de sus mayores, la mayoría de los
que uno conoce en las universidades son agnósticos y aun ateos.
Cualquiera sea la postura religiosa de nuestro amigo o amiga de ascendencia
judía, convendrá: Acercarse a su cultura y a sus tradiciones con una actitud
inquisitiva. Si no sabemos nada acerca de su trasfondo cultural o religioso
comencemos haciéndoles preguntas. Cuando se den cuenta de que uno está
sinceramente interesado en ellos, desaparecerán los prejuicios. Si por acaso
nuestro compañero es un judío practicante, lo que aprendamos en nuestro diálogo
con él puede enriquecer nuestra propia fe.
Por otra parte, sería ideal que pudiéramos leer algunas publicaciones judías,
para conocer cuáles son los intereses y preocupaciones de este pueblo.
No conviene iniciar una conversación religiosa con un compañero judío (creerá
que uno lo quiere convertir) y, a menos que el toque el tema, nunca hablemos de
religión delante de sus familiares o amigos. Hace algunos años, una joven que
había tomado uno de nuestros cursos bíblicos por correspondencia solicitó por
escrito ser bautizada. Poco tiempo después un pastor adventista llamó a la
puerta de su casa. Cuando la madre, que no sabía nada de las intenciones de la
hija, lo atendió en la puerta, escuchó que el pastor le decía: “¡Usted no se
imagina cuán feliz me siento de que su hija quiera bautizarse en la Iglesia
Adventista!” El pastor supo muy pronto cuán poco feliz se sentía la madre al
llevarse esa tremenda sorpresa...
Si en el transcurso de nuestras conversaciones con un amigo judío surge el tema
religioso, no asumamos una actitud sermoneadora. Escuchemos con cortesía sus
opiniones, no importa cuán extrañas nos parezcan. Cuando nos llegue el turno de
hablar, podemos decir: “Bueno, yo respeto su punto de vista, aunque mi opinión
sobre este asunto es un poco diferente”.
No nos pongamos a discutir con
ellos. Los judíos son expertos en el debate. Se debe ser especialmente cuidadoso
al hablar acerca de Jesús con los judíos.
Hay que evitar las afirmaciones enfáticas como: “Jesús es el Mesías”. Es mucho
mejor decir con humildad que, sobre la base de nuestros estudios y experiencias,
hemos llegado a la conclusión de que Jesús cumplió las profecías bíblicas
respecto al Mesías hebreo.
Conviene evitar ciertas expresiones como: “Ustedes, los judíos” o “Esa judía”,
que pueden parecer despreciativa según el tono de voz con que se las diga.
Frases como “el pueblo judío” o “el hombre judío” son menos punzantes. También
resultan ofensivos los chistes sobre los judíos y los estereotipos como “los
judíos ricos”. Esto es inconveniente, en primer lugar, porque no todos los
judíos son ricos; y, en segundo lugar, porque tales estereotipos han tendido a
provocar la persecución.
Hay un concepto que merece atención especial: Mostrar nuestra comprensión por
los sufrimientos del pueblo judío. Hace algunos años, en una congregación
adventista de Michigan, hablé acerca de este triste tema. Al terminar, un
anciano se me acercó y me dijo: “¿Sabe? Me apena pensar en todo lo que ustedes
los judíos tuvieron que pasar, ¡pero se lo merecían!”
Al tratar de compartir nuestra fe con los judíos, debemos: Hacer un esfuerzo
para comprender su historia. No podemos entender la mentalidad de un judío
moderno, no importa cuán secularizada esté, a menos que comprendamos el modo en
que él se relaciona con su pasado, sobre todo con el evento principal de la
historia judía reciente: el Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
Inevitablemente, si nuestro amigo judío no es religioso, nos preguntará: “¿Y
dónde estaba Dios cuando permitió que ocurriera el Holocausto?” La respuesta a
esta pregunta no es fácil. Hace algunos años publiqué un artículo titulado “La
verdadera historia de los judíos”. En él afirmé que el hecho de que hubiera
habido judíos en Europa cuando Hitler decidió exterminarlos era en sí mismo un
milagro de Dios. “De acuerdo con todas las teorías históricas, culturales,
sociales y militares –decía yo-, los judíos deberían haber desaparecido hace
miles de años, sin dejar otro rastro que unas tabletas resquebrajadas en las
arenas del desierto”. En el artículo expliqué que la mera existencia de los
judíos, después de haber sido expulsados dos veces de su tierra, era una de las
evidencias más poderosas de la existencia de Dios y de su fidelidad a sus
promesas. Si estamos convencidos de ello, podemos decirles a nuestros amigos que
cada judío a quien conocemos aumenta nuestra fe en Dios y en sus promesas.
Durante siglos los rabinos
enseñaron los 613 mandamientos que regían la vida de los judíos. Después del
Holocausto, el filósofo Emil Fackenheim añadió el número 614: el mandamiento de
la superviviencia. Todos los judíos del mundo –tanto los ortodoxos, que arrojan
piedras a los autos que pasan por su barrio de Jerusalén en sábado, como los
secularizados de Nueva York, que se deleitan comiendo ostras en una discoteca de
Manhattan en el día de Yom Kipur- han prometido que nunca más permitirán que se
los convierta en víctimas de un genocidio. “Si no se comprende en su totalidad
la intensidad de esta convicción judía –escribió el rabino Yechiel Eckstein- no
se comprenderá ni al judío contemporáneo ni a su fe”.
La historia y la supervivencia de Israel como nación están directamente ligadas
al Holocausto. La miopía nacionalista judía no proviene de su orgullo, ni de su
odio a los árabes, ni de una conspiración sionista. No. Los judíos del mundo
apoyan a Israel porque no pueden olvidar a sus seis millones de muertos, ni
quieren ver a otros millones muertos, que es lo que sucedería si Israel perdiera
una guerra.
Después de siglos de verse errabundos, en el exilio, perseguidos y exterminados
en el Holocausto, los judíos del mundo ven en el Estado de Israel el símbolo de
su determinación de sobrevivir como judíos, dueños de su destino, y no como
vasallos temblorosos del déspota de turno.
De ahí que consideren que toda hostilidad contra Israel constituyen una
hostilidad personal contra ellos. Por eso cuando surge este tema, no nos
interesa determinar si estos sentimientos se justifican o no: lo importante es
recordar que estamos conversando con alguien cuya vida Jesús desea salvar. Como
cristianos, no nos interesa ganar una discusión política sino reflejar el amor
de Jesús. Por esta razón es inoportuno criticar a Israel al conversar con
nuestros amigos judíos. Eso no quiere decir que estemos de acuerdo con la
política nacional o internacional de Israel, que puede ser cuestionable.
Simplemente, significa reconocer que éste es un tema que trataremos con mucha
delicadeza al hablar con ellos.
Es importante saber también que los judíos no queremos perder nuestra identidad.
Es un misterio difícil de comprender que el judío, sea religioso o secularizado,
tenga una concepción casi mística de su identidad. Cuando un judío acepta a
Jesús como Mesías, su identidad se afirma en vez de debilitarse. Un día me trabé
en discusión con un judío que me dijo que al creer yo en Jesús ya no era más
judío. “Bueno –le contesté-, si Jesús no fue el Mesías, su pongo que tendrías
razón. Pero si él fue verdaderamente el Mesías prometido a los judíos, y yo creo
en él, ¿quién es entonces el judío auténtico, tú o yo?
Al compartir nuestra fe con los
judíos debemos evitar ciertas palabras que pueden ser ofensivas, como
“conversión (es mejor emplear, en cambio, un nuevo corazón);
“Cristo (mejor decir Mesías o Yeshúa);
“cruz” (mejor, “lugar del sacrifico”, “Salvador” (mejor decir Redentor),
etc.
Conviene también no tocar el tema de la
Trinidad, a menos que uno esté bien preparado para defender esta creencia
sobre la base de la Biblia. Uno de los obstáculos más grandes que tienen los
judíos para aceptar a Jesús es el recuerdo de las persecuciones que sufrieron
por parte de la Iglesia Cristiana. Miles tuvieron que elegir entre “convertirse”
a la fuerza o sufrir la muerte. Durante siglos se les predicaron “las buenas
nuevas” con una espada pendiente sobre la cabeza. Por eso los judíos, más que
ningún otro grupo, necesitan ver las buenas nuevas del evangelio ejemplificadas
en las vidas de los cristianos.
Durante años yo experimenté sentimientos de hostilidad contra los cristianos por
esa misma razón. Tanto es así que interrumpí con impertinencia a un pastor
itinerante que predicaba en el campus de la Universidad de Florida, donde yo
estudiaba. Más tarde, mientras vivía en Israel, conocí a un grupo de cristianos
que mostraron un amor totalmente desinteresado hacia mí. Esto me convenció de
que no podía juzgar a todos los cristianos por las acciones de algunos
perseguidores.
Por eso, el estudio del libro de Daniel es un punto de partida ideal para
compartir el mensaje adventista con nuestros compañeros judíos, si es que
aceptan hacerlo. Este libro les da evidencias de la existencia de Dios por la
manera notable en que las profecías de Daniel 2 y 7 se han cumplido. En mi caso,
me resultó impactante el estudio de Daniel 7, porque la identidad del cuerno
pequeño me ayudó a contestar muchas preguntas que yo tenía acerca del
cristianismo. “Si ésta es la religión verdadera –me preguntaba-, ¿por qué sus
seguidores persiguieron a los judíos?” Una vez que estudié esta profecía todo se
me presentó más claro. Pude ver que la persecución fue instigada precisamente
por el poder político-religioso que Dios condena de forma específica. Luego,
cuando estudié el libro de Apocalipsis y vi este mismo poder claramente señalado
en la Biblia cristiana, el panorama se me aclaró aún más.
Al comenzar a tratar temas religiosos con algún judío, no es prudente darle en
seguida los libros de Elena White. Aunque valoramos altamente sus obras, tenemos
que admitir que ella no las escribió tomando en cuenta a lectores judíos. Una
vez que hayan avanzado en los estudios, habrá oportunidad de compartir con ellos
los escritos de Elena de White.
Al acercarnos a nuestros compañeros de estudios o profesores judíos para
compartir nuestra fe, debemos recordar que Jesús está aún más interesado que
nosotros en su salvación. Muchos tienen inquietudes espirituales, y el Espíritu
Santo está queriendo atraerlos a la verdad.
Sin embargo, debemos actuar con tacto para no ofender innecesariamente su
sensibilidad. La paciencia, la sensibilidad y el amor harán un impacto mayor que
todos los argumentos lógicos y los pasajes bíblicos que podamos utilizar.
Hay judíos que están siendo atraídos por varias denominaciones cristianas. Mi
deseo es que los atraigamos a la iglesia que presenta las verdades que Cristo
enseñó, en toda su belleza.
__________________________
Remplace los siguientes términos…
En vez de Diga
Jehová ---> Adonai
Santa Cena ---> Seder
Soy cristiano ---> Soy creyente
Cristo ---> Mesías
Jesucristo ---> Jeshua ha Meshía
Iglesia ---> Sinagoga
Alimentación ---> Kashrut
Biblia ---> Tanah
Circuncisión ---> Brit Malá
Candelabro ---> Menorah
Antes de Cristo ---> Antes de la era
común
Después de Cristo ---> Después de la era común
Evangelizar ---> Dar a conocer el Tanah
Pastor ---> Rabino
Convertir ---> Volver a Dios
Tesorero ---> Gabbai
Diácono ---> Shamaah
Trinidad ---> Deidad o Divinidad
Navidad ---> Januká
Bautismo ---> Mikvé
Pentecostés ---> Shavuot
Oración ---> Tefilá
Cruz ---> Madero
Púlpito ---> Bima
Espíritu Santo ---> Espíritu de Dios o
Ruja Ha Kodesh
Culto ---> Servicio religioso
Himnario ---> Sidur
Manual de Iglesia ---> Halajá
Pentateuco ---> Torá
Feliz Sábado ---> Shabat Shalom
Soy adventista ---> Soy judío que cree
en el advenimiento
del Mesías
_________________________
Usted debe saber que para muchos judíos…
Jesús = es un hereje.
Cristiano = es un politeísta pagano y perseguidor de los judíos.
Iglesia = es una institución opresora.
Conversión = es una traición a Israel y al judaísmo.
Converso = es un traidor, un marrano.
Bautismo = es un sello de la apostasía.
Evangelización = es un nuevo genocidio de cristianos contra judíos.
Cruz = es símbolo de persecución y
muerte de judíos.
Trinidad = es idolatría y blasfemia.
Navidad = es fiesta pagana.
Espíritu Santo = es idolatría.
Fonte:
http://www.adventistas.cl/articulos/detalle.php?id=25
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