Pronto el mundo será el escenario del más grande conflicto. De hecho, es el clímax de la guerra que comenzó en el cielo y que culminó con la expulsión de Lucifer. Pero la batalla continuó en la tierra. Sabiendo el plan de Dios de hacer de nuestro planeta el centro de su gobierno universal, el adversario logró engañar a la primera mujer y traer la desgracia sobre nuestro mundo. El pecado con toda su secuela hizo de este planeta el lugar más siniestro del cosmos; donde único hay enfermedad, guerra, miseria y muerte.

El libro de Job nos da una idea de como se desarrolla el conflicto. Podemos inferir que, periódicamente, el Dios del universo convoca a los representantes de todos los mundos habitados. Como Adán pecó, le cedió su puesto a Satanás como representante del planeta tierra. En Job 1:6-12, Dios mantiene una convesación con Satán con relación a Job. Al preguntarle Dios "¿De dónde vienes?", Satán contestó: "De rodear la tierra y andar por ella". Esto corrobora lo que más tarde escribió Pablo: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (seres humanos), sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires" (Efesios 6:12). Además, Satanás es llamado "el príncipe de la potestad del aire" (Efesios 2:2). Con esto puede verse a las claras que donde Satanás habita, no es en un lugar de llamas, sino alrededor de nuestro planeta.

Desde las esferas, Lucifer, usando instrumentos humanos, ejerce control sobre el mundo. Este control no es absoluto, ya que aquellos individuos que le resistan y se consagren a Dios, pueden vencerlo. Ni Satán con toda su hueste puede nada contra los fieles de Dios.

Alguien estorba los designios satánicos: el Espíritu Santo. Mientras esta Persona Divina esté en el mundo, el diablo no podrá, personalmente, estar en la tierra, hasta que la predicación del mensaje final de Dios sea llevado por todo el mundo. Una vez esta obra termine, y "sea quitado de en medio el que ahora impide: entonces será manifestado aquel inicuo..." (2 Tesalonicenses 2:7,8) La labor primordial del Espíritu Santo consiste en conceder poder a la iglesia para la predicación del Evangelio y así llevar a las almas a reconocer la obra de Cristo en la cruz. Pero durante el tiempo de angustia, ya no obrará más en favor de los pecadores y estos estrán a merced del engañador.

Poco sabe el mundo lo que le aguarda. Mientras Cristo intercede, mientras progresa el juicio pre-advenimiento, mientras perdure el tiempo de gracia, podemos tomar decisiones en cuanto a nuestro futuro espiritual. Pero, cuando nuestro Sumo Sacerdote deje el Santuario, y la obra de expiación sea culminada, y comiencen a caer sobre el planeta las copas de la ira de Dios, entonces el mundo podrá experimentar lo que Satanás hará sobre los impenitentes.

La profecía de Pablo en 2 Tesalonicenses 2 sigue diciendo, con relación al Inicuo, que este imitará la venida de Cristo. Sabemos esto por el texto mismo. Miremos el verso 9: "Aquel inicuo, cuyo advenimiento es según operación de satanás..." la palabra "advenimiento" (griego: Parousía) en este verso es la misma del verso 1, donde habla de la "venida" del Señor. Esto nos hace creer que Satanás imitará la venida de Jesús. También dice el mismo verso que que este "inicuo" obrará "con grande potencia, y señales y milagros mentirosos".

¿Qué espera entonces a nuestro mundo dentro de poco tiempo? La manifestación final de "la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás". Respondiendo al llamado del Señor: "Anda, pueblo mío, éntrate en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento..." (Isaías 26:20), el Remanente de Dios se retirará a lugares apartados, donde ha de ser protegido por los ángeles del Señor.

En ese tiempo de gran apretura, mientras las plagas caigan sobre la tierra, el falso Cristo obrará a sus anchas. Todo culto y religión le aceptará. Los estados políticos creerán que una nueva era ha venido, y aceptarán al impostor. Grandes concentraciones serán celebradas en ciudades importandes del globo. El papa lo recibirá en el Vaticano y juntos saludarán la inmensa multitud que ha de reunirse en la plaza de San Pedro.

Pronto habrá de celebrarse un gran concilio, con representantes de todos los cultos, paganos, cristianos, árabes y judíos. El papa de Roma, actuando como presidente del concilio, habrá de presentar al "Cristo de la Nueva Era", el "Gran Avatar". El tema principal en la agenda es: Como afrontar las plagas que estarán azotando el mundo.

Como en los días de la reina Ester, la "Pur" (suerte) será echada. Como el sátrapa Amán, allí se dirá: "Hay un pueblo, esparcido y dividido entre los pueblos de todas las provincias... y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observa las leyes del rey, y al rey no viene provecho de dejarlos. Si place la rey, escríbase que sea destruido..." (Ester 3: 8,9) El pueblo de Dios, la iglesia Remanente, habrá de ser el enemigo común de toda religión y culto, así como de todos los gobiernos de la tierra. Habrá de decretarse la matanza en un día específico, donde cada individuo en el planeta tendrá permiso para perseguir, destruir a los justos y apropiarse de sus pertenencias.

Pero antes de que se cumpla el decreto, y con toda la milicia celestial, "millones de millones", Cristo vendrá por los suyos. El falso Cristo, los religiosos, los políticos y la población toda del mundo tendrán que enfrentarse con el "Rey de reyes y Señor de señores", quien salvará a su pueblo condenado a muerte por los impíos. Tarde verán los enemigos de Dios y de su pueblo que el Todopoderoso cuida de su iglesia como la niña de su ojo.

La gloria que envuelve al Hijo de Dios es salvación y transformación para los justos, mientras fulmina a todos los impíos (2 Tesalonicenses 1:6-10). La inmensa nube viviente se eleva al cielo y, juntos con el Salvador, los justos emprenden su viaje al tercer cielo.

 

LGC


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Escrito por Luis G. Cajiga

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