ZENIT, 30 de marzo de 2000 EL MUNDO VISTO DESDE ROMA 
La Secta Milenarista de Uganda no es un Caso Aislado

África central descubre de repente la amenaza de grupos fundamentalistas

KAMPALA, 30 mar (ZENIT.org).- Uganda descubre día a día el horror de fosas comunes entre los miembros de la secta del Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios. El número de las víctimas supera ya los ochocientos, después de que apareciera ayer una fosa común con 53 cadáveres en la casa de Dominic Karatibabo, el sacerdote excomulgado que hacía las funciones de «teólogo» del grupo sectario. En ese lugar, la policía ya había encontrado otros 102 cadáveres en días anteriores. Hace trece días había tenido lugar en Kanungu un incendio en el que fueron atrapadas al menos 500 personas que obedecían a la secta.

Los investigadores de la policía ugandesa están cada vez más convencidos de que el incendio y las matanzas en masa fueron planificadas por los líderes de la secta, después de haberse apoderado del dinero que habían recogido entre los 4 ó 5 mil miembros de la secta al vender éstos sus propiedades a petición de sus superiores. En previsión del «final del mundo», preanunciado para el 31 de diciembre de 1999, los líderes sectáreos habían ordenado a sus seguidores «desnudarse de los bienes terrenos». Sin embargo, dado que la profecía no se había cumplido, muchas de las personas del grupo comenzaban a exigir la restitución del dinero. Según la policía, el líder y fundador de la secta, el «obispo» Joseph Kibwetere, la «profetisa» Credonia Mwerinde, Dominic Karatibabo e otro sacerdote excomulgado, John Kamagara, habrían planificado los homicidios de masa. Por este motivo, Uganda entregó ayer a la Interpol una orden de búsqueda y captura internacional de estas personas.

Preocupación en Uganda

Uganda ahora se interroga ante la existencia de otras sectas, en ocasiones también de carácter milenarista, como la del Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios. Una de las más conocidas es el Ejército de Resistencia del Señor (ERS), guiado por Joseph Kony, un movimiento rebelde que se define cristiano y se opone con las armas al régimen de Museveni. En los últimos años fue protagonista de innumerables masacres y de raptos de cientos de niños, utilizados para combatir o para abusos sexuales.

En este mismo país, las autoridades pusieron fin en 1999 a las actividades de otra secta apocalíptica, la Iglesia del Último Mensaje de Aviso mundial, cuyos adeptos se dedicaban al rapto de niños y a abusar sexualmente de los menores. En noviembre, la policía disolvió otra secta, dirigida por Nabassa Gwajwa, una joven de 19 años, una «profetisa» que, según decía, tras haber muerto en 1996 había sido reenviada por Dios a la tierra para que la gente se arrepintiera con motivo de la tragedia del año 2000.

Un fenómeno que se extiende por África central

Ahora bien, la agencia vaticana «Fides» informa que este fenómeno no sólo se limita a Uganda, sino que afecta a países vecinos, como Ruanda y Burundi. En Ruanda, la propaganda estatal ha atacado a la Iglesia católica, acusándola continuamente de complicidad en el genocidio de 1994, a pesar de que en él murieran 248 religiosos católicos --de ellos, 3 obispos, 103 sacerdotes y 65 religiosas--. En su estrategia de ataque a la Iglesia, el régimen ha emprendido una «liberalización religiosa». De las 8 Iglesias que estaban registradas hace pocos años en el país se ha pasado a 300 con reconocimiento oficial. Entre ellas se puede encontrar de todo.

La situación en Burundi es semejante: sectas ricas compran adeptos con ayudas en dinero, aprovechándose de la miseria y sufrimientos del pueblo, informa «Fides». Monseñor Simón Ntamwana, arzobispo de Gitega y presidente de la Conferencia Episcopal de Burundi, denunció recientemente el fenómeno: «Las sectas están invadiendo Burundi y los países de la región, siendo financiadas con frecuencia por Estados Unidos. Nacen allí y después se difunden por el mundo, desestabilizando las situaciones políticas. No me parece gratuito que estén invadiendo Burundi: tienen interés en desestabilizar la Iglesia y el orden social. Es una especie de propuesta de liberalismo y pluralismo religioso que acompaña al neo-liberalismo económico y a la globalización cultural».

En Angola --explican fuentes de Fides-- «las sectas se multiplican sobre todo en las ciudades: crecen como hongos en las periferias de reciente constitución y tienen con frecuencia un trasfondo nacional-patriótico con connotaciones mágicas. Cada secta puede tener pocos miembros, pero, globalmente, roen el tejido de las comunidades católicas. Muchos, a causa de la guerra, se desplazan de las zonas rurales a las urbanas, donde no encuentran una comunidad católica dispuesta a acogerlos, porque la Iglesia no cuenta con estructuras para responder inmediatamente al movimiento migratorio. Es ahí donde se crean las condiciones para la proliferación de las sectas que constituyen, en todo caso, un reto para los católicos».

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Sida, Despoblacion Rural Y Secuelas del Terror, Tras la Tragedia de Uganda

Los obispos prohiben los funerales. La alucinante historia de Seforosa, una
víctima


KAMPALA, 22 mar (ZENIT) - Tras la tragedia de Uganda que ha acabado con las
vidas de centenares de personas, atrapadas por un culto milenarista en la
aldea de Kanungu, los expertos buscan razones a un hecho que contrasta con
la vitalidad africana. Algunos lo atribuyen a la extrema pobreza, a la
epidemia creciente de SIDA y el aumento de los grupos destructivos
sectarios, escindidos de la Iglesia católica en el país. Otros, ven en ello
una manipulación política contra la Iglesia por la actividad de los misioneros.

Manipulación política contra la Iglesia

«Las sectas son un drama, manipulado también políticamente con el fin de
debilitar a la Iglesia pero al mismo tiempo son un desafío para nosotros
los católicos», manifestó a la agencia vaticana «Fides» el padre
Gianfrancesco Sisto, franciscano de 32 años, que vive en Uganda desde hace
tres años. El misionero es responsable del noviciado franciscano de Kaboba,
una aldea cercana a la ciudad de Mbarara, a 50 kilómetros de Kanungu. Añade
que los dos sacerdotes de la diócesis de Mbarara adheridos a la secta,
Dominic Kataribabo y John Kamagara, habían sido invitados varias veces por
el obispo, monseñor Paul Bakyenga, a retornar a la Iglesia.

El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios tenía
una sede a unos 200 metros del noviciado franciscano. «Estaban todos muy
comprometidos con la actividad de la secta --afirma el padre Sisto--.
Hacían ayunos continuos, vendían sus bienes que entregaban al jefe. Se
levantaban a las tres de la madrugada para rezar con gestos y de
expresiones corporales. Tenían mucho gancho entre la gente pero ahora los
supervivientes de la secta, como muchos habitantes de la zona, están en
estado de "shock"».

Por otra parte, según el misionero, existen políticos interesados en
debilitar a la Iglesia: «Los católicos son acusados de ser una iglesia
extranjera, las autoridades miran con sospecha a los misioneros. A la
Iglesia, por ejemplo, le quieren endosar la responsabilidad de los
genocidios de Ruanda y Burundi, a pesar de que centenares de sacerdotes e
incluso obispos han sido víctimas. Toda esta propaganda crea desorientación
y confusión entre los fieles. Cuando la fe no está profundamente arraigada,
es fácil que los cristianos escuchen al último llegado con consecuencias
dramáticas como éstas».

Algunos observadores, como el reverendo Gerard Banura, un teólogo de la
Universidad de Makerere, ha declarado a la agencia A.P. que la jerarquía
eclesial redujo al ostracismo a líderes de la secta de la Restauración de
los Diez Mandamientos de Dios, todos ellos ex católicos, cuando mostraron
su desacuerdo con algunas partes de la celebración de la Misa. «En cierto
modo, estos dirigentes eclesiales cometieron un error al aislar a estas
personas», manifestó Banura. Por su parte, el padre Joseph Nkeero, portavoz
eclesial, declaró ayer que los líderes de estas secta eran sacerdotes
excomulgados por la Iglesia. «Estas personas se equivocaron y rompieron la
disciplina de la Iglesia --comentó Nkeero--. Cuando se fueron, se situaron
fuera y se marginaron ellos mismos».

El lunes pasado, una excavadora comenzó a remover los restos calcinados de
las víctimas y a colocarlos en un recinto a lo largo de la capilla. El
enterramiento acabó ayer con una cruz en lo alto de la fosa común y ramos
de flores. Un portavoz policial, Assuman Mugenyi, declaró ayer que cinco
nuevos investigadores han sido enviados a Kanungu para desarrollar una
encuesta. Diez detectives están ya trabajando sobre el campo, añadió.
También informó de que las autoridades están buscando a miembros del grupo
que no murieron en la hoguera colectiva. «Hemos hablado con algunas
personas que dejaron la secta hace uno o dos años y los estamos utilizando
para conseguir información muy valiosa. Pero los tratamos como testigos, no
como sospechosos», aclaró.

El ministro del Interior Edward Rugumayo, dijo el lunes que la policía ha
podido contar 330 cadáveres, incluyendo a 78 niños. Los primeros informes
hablaban de un máximo de 600 víctimas y un mínimo de 235. Rugumayo dijo que
el grupo conservaba meticulosamente registros, en una pequeña oficina del
edificio de la secta, y había registrado los nombres de unos mil adeptos.
Pero la policía que trabaja en el lugar de los hechos reveló que no
pudieron separar muchos de los cuerpos porque estaban fundidos unos con
otros, por las altas temperaturas que alcanzó el incendio.

La tragedia tiene lugar cuando Uganda celebra más de una década de paz y el
aumento de la prosperidad económica, al menos en las áreas urbanas, tras
años de anarquía y guerra civil. El doctor Florence Baingana, jefe de la
división de salud mental del Ministerio de Sanidad, expresó su opinión de
que las personas que vivieron a la sombra del régimen dictatorial de Idi
Amin son especialmente vulnerables. «Nuestra historia nos ha hecho más
vulnerables porque la vida fue muy dura --comentó--. La gente tiene estas
quiebras en sus vidas, lagunas espirituales, y tratan por diferentes medios
de llenarlas, como por ejemplo a través de la incorporación a las sectas».

Varios grupos sectarios, que crecieron durante la brutal represión de Idi
Amin, de 1971 a 1979, se convirtieron luego en movimientos guerrilleros,
uno de ellos está liderado por una mujer que se llama Alice Auma Lakwena.
La secta de Kanungu fue también liderada por una mujer, una ex prostituta
de 40 años, de nombre Clendonia Mwerinde, la cual afirmaba que se le había
aparecido la Virgen María en una visión y le había dicho a ella y a algunos
de sus más estrechos colaboradores que no siguieran las ceremonias de la
religión católica oficial.

El reverendo Grace Kaiso, secretario general del «Uganda Joint Christian
Council», considera por su parte que la combinación de la expansión de la
epidemia de SIDA, la rápida urbanización, la pobreza y el aumento de la
popularidad de las iglesias cristianas no tradicionales, han contribuido a
la explosión de una tragedia como la de Kanungu. «La gente está dejando las
zonas rurales y perdiendo sus lazos locales, que cuidaban de ellos
--dijo--. El SIDA significa que la gente tiene menos oportunidades de ayuda
cuando mueren sus parientes y amigos. El hecho de que haya muerto tanta
gente ha hecho aumentar también la creencia de que el fin del mundo está
cerca. Ellos ven todas estas cosas y piensan "¿para qué invertir en el futuro?"».

Seforosa Uamurumba, una mujer de 60 años, había dejado a su marido hace un
año para seguir a la secta. Es una de las víctimas del incendio de Kanungu
y sus familiares fueron de los primeros en acudir al lugar de la tragedia.
Seforosa, de una familia en buena posición económica de Mbarara, dejó a su
marido Januario Uamurumba, catequista de la parroquia católica de los
Mártires de Uganda y a los 4 hijos. La semana pasada volvió a encontrarse
con la familia anunciando que era la última vez que la verían. Según
relatan los parientes, Seforosa se había convertido en una de las
principales fuentes financieras de la secta y la víspera había comprado
ingentes cantidades de carne y otras bebidas para una fiesta. Según ha
podido saber «Fides», al fin del banquete los adeptos entraron en el lugar
de culto para ser ungidos con un «óleo especial» que los líderes decían que
les había entregado la Virgen para una ceremonia especial. El tal ungüento
probablemente no era otra cosa que petróleo con lo que los sectarios se
convirtieron en antorchas vivientes.
Los familiares de Seforosa avanzan la
hipótesis de que sólo los líderes sabían del proyecto de exterminio colectivo.

Las puertas y las ventanas habían sido selladas antes de que llegaran los
adeptos y en el momento del incendio muchos intentaron huir, ya que había
montañas de cadáveres junto a las vías de salida.

El líder de la secta Joseph Kibwetere pedía a los nuevos adeptos que
vendieran todos sus bienes y se apropiaba de todo. Tras la profecía
incumplida de que llegaba el fin del mundo, algunos empezaron a lamentarse,
a sospechar y a pedir, incluso con amenazas, la restitución de sus bienes.
La sospecha principal es que el líder, ante las crecientes presiones,
decidió eliminarlos a todos, antes que ser víctima de una venganza. Los
obispos ugandeses, a la espera de que se clarifiquen los hechos, han
prohibido los funerales por las víctimas. - ZS00032201

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ZENIT, 22 de marzo de 2000 EL MUNDO VISTO DESDE ROMA
El Neo-Gnosticismo que Devalua la Vida Explica Suicidios Como el de Uganda

Los expertos disienten al interpretar las muertes en masa de Guyana o Waco

ROMA, 21 mar (ZENIT) - El episodio del suicidio colectivo de más de 600 personas en Uganda, con un bajo nivel cultural y económico, hace interrogarse de nuevo cómo se puede llegar a estos extremos. Es difícil encontrar lazos que unan fenómenos tan dispares como la muerte de más de 900 personas en Guyana en 1978 (muchos de ellos estadounidenses jubilados), la de los 80 davidianos en 1993, en Waco (EE.UU.), la de los 70 más cultos y profesionales, de clase media alta, seguidores del Templo Solar en Suiza, Francia y Canadá, entre 1994 y 1997, o la autoinmolación de los 40 de la Puerta del Cielo, en su mayoría jóvenes con altos conocimientos de informática.

Los expertos se han puesto a buscar motivaciones. El filósofo Umberto Galimberti, desde el diario italiano de centro izquierda «La Repubblica» aventura la hipótesis de un abandono de la gestión de lo sagrado por parte de las religiones tradicionales, que se han dedicado más al trabajo social. Dice Galimberti que han abandonado lo sacro «a la soledad de los individuos o a la locura de los grupos». «Si estas sectas trágicas --añade-- retoman en sus discursos, en sus oraciones, en la locura de sus gestos, los temas cristianos del perdón de los pecados, de la salvación, de la gracia, de la muerte y de la resurrección, significa que el cristianismo ha desertado de sí mismo y, en su empeño contra la secularización, ha dejado agonizar los grandes símbolos».

Por su parte Rododlfo Casadei, periodista y gran experto en temas africanos no cree que la culpa sea sólo del cristianismo. «En Africa --explica al diario católico «Avvenire»--, los movimientos religiosos tienen siempre un fin muy concreto: lo divino sirve a lo humano a nivel práctico. La religiosidad mágica se convierte en una especie de tecnología mística. Incluso el cristianismo es usado en este sentido, como una "magia" de los blancos. Por tanto, ocuparse de lo social, para una religión, forma parte propiamente de la gestión de lo sagrado». La autoeliminación sin embargo, entre un pueblo tan vitalista como el africano es completamente extraña. 

El experto explica el fenómeno como una alianza de la acción política con las fuerzas sobrenaturales. Se sabe que los líderes de la tragedia de Uganda tenían antecedentes de oposición política al poder. Existen otros movimientos similares que lanzan a sus seguidores inermes ante las metralletas del Ejército para protestar. «El sentido de ruptura y de impotencia es tan fuerte en Africa como para llegar a la autodestrucción», explica Casadei.

Por su parte, el profesor Massimo Introvigne, director del Centro Estudios sobre Nuevas Religiones (CESNUR) de Turín, insiste en el contexto local: «Antes de comenzar a hablar contra todas las sectas apocalípticas en general o las apariciones marianas (de una de las cuales derivarían los "Hijos del Apocalipsis" de Uganda) se debe indagar en la realidad ugandesa.

Que ha visto actuar a un régimen con atrocidades sin par en el mundo (el régimen de Idi Amin), incluso de canibalismo, luego una guerra civil terrorífica; se trata de un país que ya ha vivido su propio "apocalipsis". Por tanto ¿es de extrañar que alguno prefiera buscar inmediatamente un "paraíso" en vez de vivir en un lugar en el que cada Ejército que pasa viola y mata? Episodios de violencia religiosa en la historia del tercer mundo son casi comunes. Según un estudio reciente, el número de los suicidios "religiosos" no ha crecido en el siglo XX respecto a siglos anteriores. La novedad, si es que la hay, es que se hayan involucrado los ricos. A la secta del Templo Solar se adherían personas de la jet-set occidental, muy distintas de los paupérrimos campesinos de Uganda. Por esto insisto en que se trata de fenómenos muy diversos entre sí».

«Hay algo de verdad en lo que dice Galimberti hay algo de verdad --añade Introvigne-- es que las Iglesias (de las que han salido apariciones, milagros, curaciones, diablo, ángeles y tantas otras cosas) pierden terreno frente a miles de movimientos de lo sagrado post-moderno. Estos últimos, la mayoría permanecen dentro del mundo cristiano y los grupos suicidas con poquísimos».

Monseñor Jean Vernette, delegado de los obispos franceses para las Sectas y consejero del GRIS (Grupo de Investigación e Información sobre Sectas) habla en la misma línea: «El otoño de las Iglesias se vuelve primavera en las sectas, se dice en París. Es decir, los grupos extremistas nacen del vacío de los grandes sistemas. Pero no creo que sea verdad en el caso de un suicido de este tipo. Es demasiado fácil echar la culpa a una Iglesia, a una política, a un país, de una actitud que me parece en cambio esencialmente personal y del grupo, cuando se llega a una cierta determinación interna. Puede ser real la pérdida de poder de las Iglesias pero se ha demostrado que no tiene ninguna relación con los suicidios colectivos hasta ahora estudiados. Estos representan un fenómeno bastante clásico en los grupos sectarios, que de repente tratan de llegar al mundo de los espíritus superiores, o simbolizan con la muerte la ruptura con una sociedad considerada mala».

El arzobispo Giuseppe Casale, presidente honorífico del CESNUR, Instituto que tiene su sede en Italia, indica que los suicidios en masa «tienen relación con una debilidad de la propuesta de fe. Con la secularización, el hombre se queda abandonado a su propio destino y se enreda en preguntas a las que no sabe dar respuesta; nace así una inquietud que puede desembocar en el anulación».

Por su parte, Cecilia Gatto, profesora de Antropología Cultural en Chieti y experta en nuevos movimientos religiosos, ataca de frente al articulista de «La Repubblica»: «Pero ¿cómo? El laicismo ha hecho de todo para destruir lo sagrado y ahora Galimberti se lamenta el que las religiones no lo tutelan lo suficiente? Es curioso... Pero yo creo que lo que relaciona a Uganda y a Waco o Guyana es la doctrina apocalíptica y milenarista. Es decir la voluntad de huir del desastre final con la seguridad de salvarse, y enseguida. Pero en estas ideas hay también un fondo gnóstico: la devaluación del mundo, la vida vista como "mal"... Por otra parte, los
cátaros ¿no teorizaban sobre la muerte colectiva obtenida con el ayuno? Es este el hilo conductor: el neo-gnosticismo mundial. Los suicidios colectivos como el de Uganda (si es que se trata de un suicidio) no son "culpa" de las grandes religiones tradicionales, sino --por el contrario-- son el fruto de una herejía. La que devalúa la vida». - ZS00032102

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Uganda: Nuevo Suicidio Colectivo de una Secta Milenarista

El «gurú» del grupo destructivo escapó con el dinero de las más de 230 Víctimas

ROMA, 20 mar (ZENIT.org) - La cifra de muertos en el suicidio colectivo de
una secta religiosa de Uganda es probablemente mucho mayor de lo que hasta
el momento se suponía. Un diario oficialista ugandés publica que no se
descarta que en la iglesia incendiada -donde tuvo lugar el drama- se hallen
los cadáveres carbonizados de unas 650 personas. Hasta ahora se decía que
unos 230 miembros de la secta se habían quitado la vida. El número exacto
de muertos es muy difícil de precisar por el estado de calcinamiento en que
se encuentran los cuerpos.

El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos es una más de
los miles de sectas, o más adecuadamente grupos destructivos, que florecen
al amparo de la credulidad de quienes buscan un sentido a sus vidas y creen
encontrarlo en un grupo acogedor, que desarrolla lazos afectivos y les
garantiza la salvación eterna, pero al mismo tiempo con una férrea
disciplina y total adoración del líder máximo, «gurú» o «profeta» de la
nueva religión.

La secta de Uganda no era muy bien conocida en Occidente. La mayoría
ancianos, mujeres y bastantes niños, fueron quemados vivos con gasolina, es
el trágico balance de esta locura religiosa acaecida el viernes en Kanungu,
una aldea del distrito de Rukingiri, a 320 kilómetros de la capital
Kampala, y en la frontera con Ruanda y la R.D. del Congo. William
Sakenders, de diario ugandés «New Vision», entrevistó a algunos testigos
que indicaron haber sentido los gritos de los encerrados pero que ninguno
logró escapar de la trampa mortal ya que ellos mismos habían atrancado
puertas y ventanas.

El Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos fue fundado en
1994 por un antiguo catequista católico Paul Kishuku
: «Paul --relataba un
adepto de la secta, Jerimaya Kabateriene, entrevistado en mayo de 1999--
había tenido una visión: mientras caminaba por la sabana, se le apareció la
Sagrada Familia, y le ordenó hacer respetar los diez mandamientos, tan a
menudo olvidados». Paul empezó su obra de proselitismo y quien se
entrevistaba con él tenía de nuevo con él la misma visión. «Si ha sido
verdaderamente un milagro --confiesa Kabateriene--. Por otra parte, entre
nosotros se dan los milagros con frecuencia. Nuestros jefes hablan todos
los días con el Señor».


El viejo catequista conoció a Joseph Kibwetere, que en 1990 había sido
suspendido por el obispo emérito de Rukingiri, John Baptist Kakubi. Pasadas
pocas semanas Kibwetere se convirtió en el profeta del nuevo movimiento
que,  en 1997, logró el registro administrativo como nueva religión. Además
Kibwetere escribió el libro «Okuwahaho Kubusinge Obu» (en lunyankole «El
fin de esta generación»)
que es el sustento teórico de su grupo
milenarista. Su obra visionaria preveía el fin del mundo para el 31 de
diciembre de 1999. Envió incluso una copia al Papa. Los fieles de la nueva
religión eran reclutados entre cristianos alejados e incluso trataron de
invitar a sacerdotes. Según algunas fuentes, son también sacerdotes
excomulgados otros dos dirigentes: Dominic Kataribabo y John Kamagara.


Muchos de ellos vendieron sus bienes el año pasado a la espera del fin del
mundo. Como no sucedió nada --tal es el caso de otras sectas milenaristas
como los primeros adventistas, o los testigos de Jehová (que ya lo han
profetizado seis veces)-- los dineros fueron entregados al falso profeta
para que pudiera venir a Europa a propagar su doctrina y comprar una
réplica del Arca de Noé.
Pero ha desaparecido. Es más, en Rukungiri, la
policía piensa que él y sus tres vices, Dominique Kataribabo, Gredeina
Mwerinde y John Kamagara, son los únicos que se han salvado de la hoguera.

En septiembre, la policía del centro de Uganda disolvió otro culto
apocalíptico, el Mensaje Mundial de la Ultima Advertencia de unos mil
miembros, los cuales fueron acusados de violaciones, secuestros y retención
ilegal de personas. El país africano tiene un historial de movimientos
religiosos fanáticos. Una secta cristiana extremista y violenta, el
Movimiento del Espíritu Santo, floreció en el norte de Uganda a fines de la
década de 1980. Muchos cientos de creyentes murieron en ataques suicidas,
convencidos de los efectos de un aceite mágico escudo antibalas ante las
tropas del gobierno. Su sucesor, el Ejército de Resistencia del Señor,
libra aún una guerra de guerrillas. Proclama que desea gobernar en el país
basado en los Diez Mandamientos de la Biblia,
pero ha secuestrado a miles
de niños y niñas que utiliza como soldados y esclavos sexuales y
frecuentemente comete atrocidades en las aldeas del entorno.

«Creo que (la tragedia) obliga al estado a estudiar el problema de los
cultos y tomar medidas para proteger a la gente de los líderes»
, dijo el
canciller Amama Mbabazi al diario oficial «Sunday Vision». En el último
año, el Gobierno ha desmantelado dos grupos destructivos similares. En
septiembre pasado, la policía allanó un caserío habitado por unos mil
miembros de la Doctrina de la Fraternidad y halló 24 cadáveres
descompuestos, en tumbas superficiales de las inmediaciones, en Bokoto, 45
kilómetros al norte de Kampala.

Se informó de que el líder del culto ofreció a sus seguidores un lugar en
el cielo al morir, a cambio de un pago en efectivo. Los hombres debían
entregar a sus esposas y éstas declararse solteras, antes de ingresar en la
secta. En noviembre pasado, la policía allanó un campamento en Nutsi, en el
distrito de Sembabule, sede de un profeta adolescente que se dijo que se
alimentaba sólo con miel.

Se trata de uno de los «suicidios» masivos más escalofriantes. En 1975,
también perdieron la vida en circunstancias análogas 913 seguidores de Jin
Jones, fundador de la secta del Templo del Pueblo, en Guyana, en 1978. En
Europa y Canadá varios seguidores del Templo Solar, también  perdieron la
vida en 1995 en fenómenos atribuidos a estas causas.

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Más de 200 Miembros de Secta Apocalíptica Mueren en un Incendio en Uganda

Marzo 18, 2000
Actualizado: 6:12 PM EST (2312 GMT)

KAMPALA -- Un grupo de hasta 230 miembros de una secta apocalíptica de Uganda murió en un incendio en su iglesia, dijo la policía el sábado, en lo que podría representar el segundo suicidio ritual masivo más grande del mundo.

Sin embargo, los informes iniciales se contradecían. Según algunas versiones, los miembros de la secta se suicidaron en masa. Otras decían que fueron inducidos a la muerte por su líder. Tampoco coincidían acerca de si la tragedia ocurrió el jueves o el viernes.

Seguidores del poco conocido culto "Diez Mandamientos de Dios" se reunieron en una iglesia a unos 300 kilómetros al sudoeste de la capital Kampala y perecieron en las llamas, indicó un portavoz de la policía.

Associated Press informó que, según la policía, el incendio de la iglesia se registró en Kanungu, un pequeño centro comercial al sudoeste de la capital de Uganda.

"Había familias adentro, incluso niños", dijo a Reuters Jonathan Turyareeda, un policía local.

La policía dijo que los miembros de la secta se prendieron fuego en un suicidio ritual masivo tras varias horas de entonar cánticos.

Pius Muteekana Katunzi, editor del diario Sunday Monitor de Kampala, dijo a CNN que, según algunos informes locales, los seguidores del culto se encerraron en el templo y se entregaron a las llamas.

Sin embargo, un oficial de policía que guardó el anonimato dijo a Associated Press que aparentemente el líder de la secta, Joseph Kibweteere, indujo a sus fieles a entrar a la iglesia.

"Informes preliminares indican que el líder de la secta atrajo a su gente a la iglesia y le prendió fuego", indicó el oficial. No estaba claro si Kibweteere también murió.

Un portavoz de la policía también le dijo a Associated Press que se sabía que la secta tenía unos 240 miembros y su nombre completo era Movimiento para la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios. Los seguidores del culto creían que el mundo terminaría en el año 2000, agregó.

Katunzi informó que el año pasado los miembros de la secta quemaron sus propiedades y vendieron sus bienes. Un portavoz de la policía ofreció una descripción similar a Reuters.

Los informes indicaban que Kibweetere había predicho que el mundo terminaría el 31 de diciembre de 1999. Posteriormente cambió la fecha al 31 de diciembre del 2000.

"Antes de este incidente, el líder dijo a sus seguidores que vendieran sus pertenencias y se prepararan a ir al cielo", indicó el portavoz.

Líderes locales y miembros de la secta sacrificaron su ganado y festejaron por una semana, ingiriendo una gran cantidad de bebidas ligeras y entonando canciones religiosas, informó el diario Monitor.

El peor caso desde 1978

Sólo un suicidio masivo en 1978 dejó más víctimas. Dicho año, un pastor estadounidense paranoico, el reverendo Jim Jones, indujo a 914 adeptos a la muerte en Jonestown, Guyana, haciéndoles beber un jugo de fruta mezclado con cianuro.

Los miembros del culto que se negaron a ingerir el líquido fueron muertos a disparos. Jones había tallado una leyenda sobre su altar que decía que "Quienes olvidan el pasado están condenados a repetirlo".

En recientes años ha habido varios suicidios grupales más pequeños en Europa y Norteamérica, tres de los cuales fueron llevados a cabo por miembros del Templo del Sol, una secta internacional que cree que la muerte por suicidio ritual conduce a un nuevo nacimiento.

En septiembre la policía desmanteló otro culto apocalíptico, la secta "Ultima Advertencia del Mensaje para el Mundo", de 1000 miembros.

Los líderes de la secta fueron acusados de violación, secuestro y confinamiento ilegal.

(Con información de Associated Press y Reuters)

Fonte: http://www.cnnenespanol.com/2000/mundo/africa/03/18/uganda2/index.html 

 

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