Los Musulmanes en La Profecía - 8

Dr. Alberto R. Treiyer
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Tanto se hablaba durante la guerra del Golfo Pérsico sobre el Armagedón y lo que las profecías de la Biblia supuestamente decían, que algunos árabes se sintieron curiosos por saber cuáles eran las profecías que hablaban de ellos. En una casa abierta de una editorial adventista en los EE.UU., se acercaron unos musulmanes a una de las personas que estaban detrás del mostrador. Le preguntaron si tenía algún libro que identificase proféticamente a los árabes en la guerra del Golfo. Nuestra hermana vaciló, pensando qué decirles, y luego los dirigió al libro El Conflicto de los Siglos.

Pensé que tal vez Dios inspiró a esa hermana para responderles así, ya que para encontrar lo poco y realmente ínfimo que E. de White escribió sobre los árabes en ese libro, iban a tener que leer bastante. Mientras lo hicieran, podrían enterarse de lo que E. de White dijo en relación con los EE.UU., los católicos y los protestantes, y mucho de lo que tiene que ver con la situación actual. Podrían sentirse inducidos a conocer más de nuestro mensaje y, eventualmente aceptarlo.

11. Las declaraciones de E. de White.

Entre lo poco que el Espíritu de Profecía refiere de las trompetas, está su papel de juicio divino que, en el Apocalipsis, responde al clamor de los santos que claman bajo el altar. En efecto, las trompetas se dan en el contexto de la intercesión sobre el altar del incienso (Apoc 8:2-4), bajo el cual reclaman los juicios de Dios los mártires del quinto sello que habían muerto “por causa de la Palabra de Dios y el testimonio que tenían” (Apoc 6:9-10). Esos mártires del quinto sello representan a los que sufren durante “la gran tribulación” medieval bajo el pontificado romano. La quinta y sexta trompetas representan a los que ejecutan el juicio divino contra los que oprimen a los que claman bajo el altar.

Veamos lo que E. de White escribió:

“Vez tras vez había parecido inevitable la inmediata destrucción de los que se atrevían a oponerse a Roma;  pero, en el momento crítico, aparecían los ejércitos de Turquía en las fronteras del oriente...;  y de esta manera, entre el tumulto y las contiendas de las naciones la Reforma había podido extenderse y fortalecerse” (El Conflicto de los Siglos, p. 209).

A esta declaración podríamos agregar muchas otras de los historiadores que van en el mismo sentido. Para hacer frente a un enemigo común como lo eran los musulmanes, los príncipes de la cristiandad medieval no tenían más remedio que posponer las discusiones teológicas y aunar esfuerzos. Estos llegaron a “cubrir casi la mitad de Europa” (W. Walker, Historia de la Iglesia Cristiana, 285). Por otro lado, las peleas entre papas y reyes por el reparto de la autoridad, dejaban a Europa “dividida frente a los turcos”, incrementando la angustia (Pirenne, Hist. Univ., 336-339).

En relación con las fechas propuestas. Otra declaración de E. de White marcó la interpretación adventista por alrededor de un siglo en relación con los datos cronológicos. En años recientes, ante un contexto histórico más abarcante, esa cita ha vuelto a ser materia de estudio. Para poder entender el contexto de la discusión, y lo que está implicado en su declaración, no podemos pasar por alto la historia de la interpretación que motivó tal declaración de E. de White.

a) Historia de la interpretación. Todos los autores historicistas norteamericanos y europeos de la primera mitad del S. XIX ubicaban el comienzo de la sexta trompeta en la caída de Constantinopla en 1453, y anunciaban la conclusión del acoso musulmán para 1844. Cito en mi libro sobre las trompetas [El enigma de los sellos y las trompetas] unos 20 autores, cuyas referencias pueden encontrarse en L. E. Froom, The Prophetic Faith of Our Fathers, IV, 1124-1125.

En 1832, sin embargo, Guillermo Miller introdujo una modificación. Propuso que el período de la sexta trompeta seguía inmediatamente al de la quinta, constituyendo así un período entero de 541 años (y 15 días, si se toma la “hora” como un factor cronológico). Según él, las dos trompetas (quinta y sexta), representarían a un mismo poder, el de los turcos-otomanos. Mientras que la quinta sería un indicativo de su surgimiento, la sexta referiría su período de dominación.

En 1838 Josías Litch, uno de los asociados de Miller, revisó las fechas y las cambió a 1299 como primer ataque turco contra el imperio bizantino, y 1449 como punto terminal de los 150 años de dominación de la quinta trompeta. Para él, fue significativo que Constantino Paleólogo, el nuevo emperador bizantino, le pidiese permiso en 1448 al sultán turco Murad II para ascender al trono, cuya corona recibió el 6 de enero de 1449, una vez que el sultán le concedió ese permiso.

Ahora bien, siendo que Litch entendía que “la hora” formaba parte de la cronología, dedujo del día (símbolo de un año), la proporción de una hora [1/24], e hizo lo mismo en relación con un año, obteniendo quince días adicionales [1 día profético = 1 año literal; 1 hora profética = 24/360 = 15 días literales]. Pero, ¿en qué momento de 1449 iba a hacer partir la fecha exacta para establecer el día exacto en que expirasen los 391 años restantes de la sexta trompeta? Sorprendentemente, no escogió el 6 de enero, sino el 27 de julio, sin ningún evento específico que lo enmarcase. Simplemente tomó como referencia la primera batalla turca de Bafeo el 27 de julio de 1299, para hacer partir el 27 de julio de 1449, 150 años exactos después, la fecha de 391 años y quince días de la sexta trompeta. Esto lo llevó al 11 de agosto de 1840.

¿Qué ocurrió en esa fecha? El emisario turco, Rifat Bey, llegó a Alejandría con las condiciones de la Convención de Londres para establecer la sucesión de Egipto y Siria que habían quedado vacantes con la muerte del sultán Mahmud II. En ese día también los embajadores de las cuatro potencias europeas firmantes de ese tratado de Londres (Gran Bretaña, Austria, Prusia y Rusia), recibieron del sultán un comunicado en donde les preguntaba sobre las medidas que debían ser tomadas en algo que afectaba tanto a su imperio. Se le dijo que “se había hecho provisión”, pero que no podía saber cuál era. Litch interpretó que estos eventos constituían un reconocimiento de parte del gobierno turco de que había desaparecido su poder independiente.

b) Mención de E. de White. Medio siglo después, al hacer historia del movimiento millerista, E. de White contó el impacto que causó ese cumplimiento notable en los que esperaban que Jesús volviese en 1844, apenas cuatro años más tarde. Ese incidente fortaleció la confianza en la cronología de Daniel 8:14 para el establecimiento de la purificación del santuario que, erróneamente, Miller y sus asociados creían representar a la 2da. Venida de Cristo y la purificación de la tierra por fuego.

La declaración de E. de White dice:  “En 1840 otro notable cumplimiento de la profecía despertó interés general. Dos años antes, Josías Litch, uno de los principales ministros que predicaban el segundo advenimiento, publicó una explicación del capítulo noveno del Apocalipsis, que predecía la caída del imperio otomano”. Si nos quedáramos sólo con esta parte, lo más que podríamos deducir de su declaración es que la culminación de la profecía de la sexta trompeta se estaba dando con la caída del imperio otomano. Los acontecimientos de entonces tenían que ver, por supuesto, con lo que Juan había anunciado en el Apocalipsis.  Pasa entonces a explicar, E. de White, la interpretación de Litch que anticipaba el quebrantamiento del poder otomano en Constantinopla para el 11 de agosto de 1840. Luego agregó una declaración que para los intérpretes adventistas posteriores fue suficiente evidencia como para mantener la posición de Litch. “En la fecha misma que había sido especificada, Turquía aceptó, por medio de sus embajadores, la protección de las potencias aliadas de Europa, y se puso así bajo la tutela de las naciones cristianas. El acontecimiento cumplió exactamente la predicción” (CS, 382-383).

En años recientes, sin embargo, al revisar la interpretación de Litch y las evidencias históricas de las que hoy disponemos, ha habido una tendencia a querer volver a la interpretación que todos los demás historicistas tuvieron. La fecha de la caída del imperio bizantino en Constantinopla por los turcos en 1453, no tiene rival. Su culminación en 1844 menos aún, si tenemos en cuenta que hay otras dos profecías que llegan a la misma fecha, las de los 2300 días de Dan 8:14 y la de los 1335 días de Dan 12:12. Más aún, el juicio de la séptima y última trompeta fue siempre visto, y con suficientes razones, como correspondiente al juicio investigador involucrado en esos otros dos pasajes.

Es así como, al analizar la declaración del Espíritu de Profecía, se ha llegado a la conclusión de que, efectívamente, la sumisión del sultán a las potencias occidentales formaba parte de lo enmarcado en la sexta trompeta. Con respecto a la declaración de la fecha dada por Josías Litch, sin embargo, debemos notar que ella se refirió a que “el acontecimiento cumplió exactamente la predicción” de Josías Litch, no necesariamente de la profecía. Mientras que su declaración puede tomarse como una referencia inspirada que confirma la línea historicista en general con respecto a la quinta trompeta, no necesariamente debe interpretarse que lo es con respecto a la fecha misma propuesta por los milleristas.

c) Menciones de trompetas. Otras declaraciones de E. de White tienen que ver con el anuncio de trompetas y plagas, pero sin relación con los musulmanes, razón por la cual no corresponde que las incluya aquí. Los que quieran conocer sus dos declaraciones sobre las trompetas pueden encontrarlas, comentadas, en mi libro La Crisis Final en Apocalipsis 4 y 5, 103-104.

Aquí podemos, tal vez, mencionar dos cosas. En la Biblia, los símbolos de las trompetas se usan en diferentes contextos que tienen que ver con anuncios de juicios o con los juicios mismos. También en los escritos del Espíritu de Profecía encontramos referencias a plagas futuras que anteceden a las plagas finales (cf. CS, 647: “estas plagas irán menudeando más y más y se harán más y más desastrosas”). En otras palabras, las trompetas y las plagas de las que ella habla en una de las citas que más han usado algunos hermanos afectados por una tendencia futurista no son, necesariamente, referencias a las siete trompetas del Apocalipsis o a las sieta postreras plagas.

 -- Texto recolhido da Internet, sem pedido de permissão ao autor.

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