Nuestros Hermanos No Pueden Observar Cómo Brota la Higuera

Observar estos acontecimientos como castigo de Dios en sentido literal es desconocer cómo funciona el mal y el control que Dios ejerce de sus resultados. Desde que Satanás instaló el pecado en este planeta por voluntad del hombre y permiso de Dios, los resultados y consecuencias de tal hecho han producido muerte y destrucción por doquier. Dios nunca dijo que controlaría esas consecuencias. En cambio diseñó un modo de restaurar todo al final del plan de salvación. 

A medida que pasaron los milenios, la maldad del hombre tuvo picos máximos y otros no tanto hasta que en algunas ocasiones la paciencia del Señor tocó sus límites. Entonces Sodoma, Gomorra, Nínive, el Diluvio y otros eventos fueron ejemplos de cómo en ocasiones el Señor mismo enviaba las catástrofes o las evitaba. Pero en los postreros tiempos se nos dice claramente que el Señor busca evitar una autodestrucción del planeta -al menos hasta que el tiempo sea cumplido- "sosteniendo los vientos":

En este mismo momento los ángeles están sosteniendo los vientos de contienda para que no soplen hasta que el mundo reciba la advertencia de su próxima condenación; pero se está preparando una tormenta; ya está lista para estallar sobre la tierra; y cuando Dios ordene a sus ángeles que suelten los vientos, habrá una escena tal de lucha, que ninguna pluma podría describirla.

Creo que cuando E.W. dice que el Espíritu del Señor se va retirando de la tierra, deja lugar a que la propia humanidad busque su autodestrucción en ejemplos tan trágicos como el de ayer.

Muy pronto sabremos lo que es la noche. El Espíritu de Dios, contristado, se retira de la tierra. Las naciones están airadas unas contra otras. Se hacen inmensos preparativos para la guerra. La noche se acerca.

No es necesario que Dios envíe una bola de fuego sobre habitaciones hermosas.

Una escena muy impresionante pasó ante mí en visiones nocturnas.  Vi una inmensa bola de fuego que cala en medio de un grupo de hermosas casas que fueron destruidas instantáneamente.
Esta visión de E.W. puede cumplirse por efecto del terrorismo diabólico que envía aviones en llamas contra edificios magníficos (ver cualquier foto de la CNN o de cualquier diario de hoy). La paráfrasis no es antojadiza. Cumple con el fondo de la cuestión, que a mi juicio, es que el Espíritu del Señor se está retirando de la tierra y algunas brisas de los vientos contenidos por los ángeles comienzan a filtrarse detrás de las pantallas metafóricas. Tengan por seguro que lo que sucederá el día que se suelten la totalidad de los vientos superará con creces estos increíbles acontecimientos de ayer.

Me preocupa la alta frecuencia de mensajes del tono que este hermano envió especialmente en otros foros. Parece mentira que hermanos nuestros no puedan observar cómo brota la higuera.

La lección de la higuera
"De la higuera aprended esta lección: Cuando su rama se enternece, y brotan sus hojas, sabéis que el verano se acerca.
"Así también, cuando veáis todas estas cosas, sabed que está cerca, a las puertas.

En el foro adventista on line han aparecido algunos hermanos liberales que niegan permanentemente que se estén cumpliendo profecías y atacan duramente a Elena White especialmente en lo que tiene que ver con las leyes dominicales y otras señales incluido el sábado como eje del conflicto. Niegan cualquier tipo de persecución religiosa y ni hablar de vivir en el campo o de aceptar otros consejos sabios del Espíritu de Profecía. Este tipo de ideología que induce a la incredulidad sostiene en el fondo la teoría de la zanahoria delante del burro. 

Dios en realidad nunca pensó en venir a poner fin a este mundo. Por lo tanto, y para mantener vigente la esperanza y la vigilia de sus hijos fieles, ha sostenido intermitentemente algunas señales con las que los más ingenuos siguen pensando que vendrá, mientras los más avispados pueden ver más allá del engaño y "saben" que en definitiva nunca vendrá por más señales que se cumplan. Abonan esta diabólica teoría ejemplos tan sensibles como Pablo esperando infructuosamente a Jesús en sus días, los pioneros de la iglesia en la misma condición, y finalmente, la tan común y peligrosa frase: "mis abuelos esperaban a Jesús, y no vino. Mis padres esperaban a Jesús y no vino. Desde niño esperé a Jesús y no vino. Creo que no hay razón para que venga ahora..." 

No ver que lo que a diario sucede es una contundente confirmación de que nuestra redención está cerca es tan peligroso como una parte del último sermón que escuché hace unos días, donde el pastor enfatizó más de una vez que no es necesario profundizar y gastar tiempo en estudiar profecías. Lo "mucho más importante", según él, era permitir que Cristo viva en nuestros corazones.

Mis hijos se enfurecieron al escucharlo, no porque no deseen que Cristo viva en nosotros sino porque en el contexto se pudo apreciar que hay cierta aversión en algunos dirigentes hacia quienes miran permanentemente desde la torre como atalayas fieles esperando dar el sonido certero a la trompeta. Quizá se sientan denunciados por no cumplir ellos con esa misión, esencialmente dirigencial.

Pero mi conclusión sobre esto que no persigue la crítica, es descubrir que no hay tal cosa como una cosa o la otra. (permítanme la aparente redundancia porque me gustó el juego de palabras con este inefable término "cosa" que tiene tan variados significados...)

Si lo importante es amar a Jesús y darle un lugar en nuestras vidas, esto produce necesariamente un amor tan profundo que haremos cualquier cosa por verlo personalmente. Mi hijo tiene su novia a 1000 km. de casa, y no hay nada en su vida como verse periódicamente con ella. A él no le sirve solamente hablar por teléfono (¡ay!, ¡cuánto cuesta el teléfono...!) o escribirse mails diariamente. A él no le sirve saber que ella lo ama y que él también está enamorado. Lo que realmente lo mantiene "vivo" es saber que en determinada cantidad de tiempo se verán personalmente. Disculpen el ejemplo tan imperfecto.

Pero si amo realmente a mi Señor, y él me dejó una especie de búsqueda del tesoro para que averigüe cuándo su venida está cerca, mal reflejaré ese afecto supremo si solamente deseo leer sus cartas o mirar sus fotografías. 

No debe interpretarse una declaración del Salvador en forma que venga a anular otra. Aunque nadie sepa el día ni la hora de su venida, se nos exhorta y se requiere de nosotros que sepamos cuando está cerca. Se nos enseña, además, que menospreciar su aviso y negarse a  averiguar cuándo su advenimiento esté cercano, será tan fatal para nosotros como lo fue para los que viviendo en días de Noé no supieron cuándo vendría el diluvio. Y la parábola del mismo capítulo que pone en contraste al siervo fiel y al malo y que señala la suerte de aquel que dice en su corazón: "Mi señor se tarda en venir," enseña cómo considerará y recompensará Cristo a los que encuentre velando y proclamando su venida, y a los que la nieguen. "Velad pues," dice, y añade: "Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando su señor viniere, le hallare haciendo así." (S. Mateo 24: 3, 33, 42-51.) "Y si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti." (Apocalipsis 3: 3.) 
Disculpen el largo monólogo, pero deseaba compartir con ustedes esta preocupación. No sé si el liberalismo es una corriente muy difundida en nuestra iglesia ni si sus efectos son siempre iguales, pero cuando suceden las señales y hay quienes tratan de ingenuos a quienes las vemos poniéndose en una situación de saber algo más que los simples no sabemos y por lo tanto nos creemos todo... eso me parece muy peligroso. Por suerte hay asombro y ubicación en muchos hermanos nuestros que han hecho interpretaciones adecuadas de este violento episodio. 

Ayer por la noche nos reunimos en mi iglesia como todos los martes para un taller de actualización profética y cada hermano (vinieron más de los de siempre...) tuvo la oportunidad de darle al tema un enfoque enriquecedor que nos entusiasma en lugar de amedrentarnos. ¿Qué más queremos los adventistas (¿seremos realmente adventistas...?) que se cumpla nuestra esperanza mas preciada? No confundamos las cosas y huyamos mañana a las montañas. Nada de eso. Pero desconocer que los cambios que faltan pueden ocurrir en un instante es exactamente lo que Pablo llama estar en tinieblas

Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como un ladrón.
Saludos Hugo Vergan

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