¿Estos Terribles Atentados Tienen Relación con Cumplimientos Proféticos?

Escribió Mabel:

Hno. Gustavo, le saludo cariñosamente orando por su bienestar y familia.
Tengo una pregunta.  Lo que ha ocurrido en EE. UU., periodistas chilenos lo relacionaron en forma directa con hechos apocalípticos sobre Babilonia (NY). ¿Se relacionaría bien?  Quería preguntárselo para que me orientase usted, pues mis hijos quedaron muy intrigados, pues como cristianos quieren tener dominio del tema al igual que yo... Esperaré su respuesta.  Gracias.

Apreciada Mabel y hermanos:

Aunque paulatinamente nos iremos recuperando del impacto desolador que nos produjeron los recientes atentados terroristas, ¿será prudente callar nuestras impresiones, sobre todo si no son populares?  Es tentador lo que propone Salomón: "El que ahorra sus palabras tiene sabiduría. . . el que cierra sus labios es entendido" (Prov 17:27-28), pero traer nuestras opiniones a "la multitud de consejeros" puede proveernos "seguridad" (cap. 11:14). Pues lo que traigo es una modesta interpretación, perfectible por cierto, que intenta contribuir a la fraterna reflexión. Mis hermanos "consejeros" verificarán su utilidad, y su reacción seguramente redundará en nuestra "seguridad".

¿Tienen relación estos terribles atentados con cumplimientos proféticos? ¿Podemos vincular la providencia de un Dios de amor y justicia con actos crudelísimos nacidos de mentes irracionales y diabólicas?  ¿Se puede decir que lo ocurrido el 11 Set constituye un mensaje del Cielo dirigido a la raza pecadora?  La respuesta a estos y otros interrogantes similares dependerá de la concepción que tengamos de Dios y su acercamiento a sus criaturas, del trato divino para con el pecado, sus consecuencias y los medios que Dios dispone para nuestra salvación. Mi aproximación a estos planteos serán entonces de carácter fundamentalmente bíblico, dirigido a hermanos con conocimiento de la Escritura, sin perjuicio de los aportes psicológicos, sociológicos, etc. que los expertos en esas áreas puedan brindar.

Como los sucesos ocurridos contienen elementos que escapan al análisis lógico (la irracionalidad del ataque suicida, la no presencia de una guerra formal, la magnitud del objeto atacado, esto es, la pérdida de vidas inocentes o ajenas al blanco de guerra de los terroristas, la supuesta abstracción de la Providencia divina en esta catástrofe, etc.), quizá sea más fácil, por analogía, repasar algunos modelos bíblicos con el fin de ir de lo conocido a lo desconocido, de lo familiar a lo extraño. Pregunto entonces: ¿Hay diferencia entre el pecado de Caín quien mató alevosamente a su hermano Abel y el reciente atentado terrorista que destruyó injustamente a miles de inocentes?  Se me dirá: ¡Claro que hay diferencia!  Y creo que es cierto: Hay diferencia cuantitativa. . . pero quizá mayor sea la cualitativa.  La primera ciertamente es evidente (llevará meses precisar el número de los desaparecidos frente al homicidio singular de Caín); pero la segunda tal vez merezca una acotación. 

Es posible que la tragedia de Nueva York nos horrorice más que la del Edén, pero si en ambas relacionamos sus causas y efectos veremos que hay propósitos divinos necesarios de atender. Creo que el pecado de Adán fue más grave que cualquiera de los más terribles de la raza humana en la medida de la perfección que acompañaba al primero (Adán) y no a los otros. Adán era una criatura perfecta, recién salida de las manos de Dios, con comunión directa con el Altísimo, sin sombra de degeneración que lo desnaturalizara.  Sin embargo, su rebelde elección fue más que catastrófica si admitimos que su pecado trajo consigo las peores consecuencias jamás soñadas para la raza humana. Y uno de los primeros frutos lo sufrió precisamente un "inocente": el justo Abel.

El pecado de Caín, entiendo, fue cualitativamente mayor que el de los terroristas. Esto es: si es posible imaginar las más grandes atrocidades de parte de aquellos que han convertido su cuerpo y mente en habitación de demonios (tal el caso de los terroristas de USA), ¿podía, de la misma manera, esperarse un asesinato cometido alevosamente contra un inocente, precisamente de parte del. . . "nieto" de Dios?  Es posible que no. Pero hay algo más. 

Puede sonar a herético, pero pregunto nuevamente: ¿Podemos llamar "inocentes" a las desgraciadas víctimas de las torres gemelas?  Es verdad que los terroristas de ningún modo pueden ser justificados y quedan sólo a merced de la compasión de Dios. Pero sus víctimas han despertado nuestra natural compasión. . . y también nuestra confusión respecto al cuidado y bondad de Dios para con los inocentes y desvalidos. ¡Es cierto que estas víctimas perecieron a mansalva, injusta e irracionalmente, sin que nadie se los advirtiera ni se les diera oportunidad de escapar!  ¡Asesinados cobardemente por la espalda, diríamos!  Y la gente se pregunta: ¿Dónde estaba Dios cuando perecieron estos hijos "inocentes"?. . . 

Sin embargo, esta descripción contrapone equivocadamente el carácter de Dios y el de los hombres.  A la última pregunta (¿dónde estaba Dios cuando perecieron estos hijos "inocentes"?), es posible escuchar a Dios: "Yo estaba en el mismo lugar donde se me murió el Mío". ¿Alguien, excepto los cristianos, se solidariza con ello?  El Hijo de Dios murió siendo un verdadero Inocente, con un propósito redentor. Pero en cuanto a los hombres, la Escritura en ninguna manera los denomina inocentes: ¡Nadie es inocente! Dice san Pablo: "¿Somos nosotros mejores que los otros? En ninguna manera, pues ya hemos acusado a unos y a otros, que todos están bajo pecado. Como dice la Escritura: NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; no hay quien entienda; no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron; a una se hicieron inútiles, (etc.). . .  Todo el mundo está bajo el juicio de Dios" (Rom 3:9-19). 

¿Y cuál es el cobertor que protege a los hombres de los juicios divinos?  ¿Edificios a prueba de terremotos e incendios? ¿Radares ultramodernos para detectar aviones kamikazes? Algunos piensan que las fallas vinieron por este lado, y que la catástrofe también debe ser vista de igual modo: como acciones humanas ajenas a los propósitos divinos. En conclusión, la salida o solución llega a ser de naturaleza humanista. Sin embargo, la Palabra de Dios presenta otra perspectiva: "Por cuanto todos pecaron, todos son echados de la gloria de Dios, pero son justificados por su gracia mediante el rescate de Cristo" (vv. 23-24). "La Escritura lo encerró todo bajo pecado. . ., confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. . . Pero venida la fe (Cristo) ya no estamos bajo ayo (la condenación universal a través de la Ley)" (Gál 3:22-25).

Creo que la clave está en este planteo: ¿Enfoque humanista o perspectiva bíblica?  Un mismo hecho perverso puede ser visto de dos maneras, y la solución al mismo también. Cualquier libro de historia describe las guerras y calamidades desde el punto de vista humanista. Algo así como el primer verso de Daniel: "En el año tercero del reinado de Joacim, rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén y la sitió". Pero sólo la perspectiva bíblica puede agregar: "Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, etc." (1:1-2).

¿Habrá alguna perspectiva bíblica para la catástrofe de Nueva York y Washington?  Elena de White compartió la suya en 1909 y a algunos recientemente ofendió. Otros, al igual que yo, vemos en lo ocurrido cumplimientos proféticos.

Pero opino que sólo la perspectiva bíblica, esto es, que los actos humanos están desnudos ante un Juez ante quien tenemos que dar cuenta (Ecl 12:13-14), que todos ellos no escapan a su Providencia (Dan 2:21-22), que los mismos cumplen propósitos divinos, algunos revelados (Apoc 17:13, 17) otros recónditos (10:4), y que por ellos hará triunfar su justicia y su Reino (17:14), sólo esta perspectiva nos ayudará a confiar en nuestro Dios aun en medio de la angustia más grande como la que representa una catástrofe.  Si leemos estas mismas líneas pero desde una aproximación humanista, no sólo parecerán palabras huecas, sino que nuestra misma fe carecerá de sentido.

¡El Señor nos bendiga!

Gustavo Contreras
saetero1@starmedia.com

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