Providencias y Propósitos Divinos en las Catástrofes

Dr. Alberto R. Treiyer
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Como resultado de publicar en el diario varias citas de E. de White, me llamaron hoy para decirme que iban a reservar una columna religiosa semanal para mí, o mensual si lo quería, totalmente gratis, con temas religiosos. ¿Providencial? "En momentos como los que está viviendo nuestro país", me dijeron, "necesitamos una voz religiosa autorizada y le agradecemos si puede colaborar con nosotros". 

Varios pastores y hermanos se expresaron por internet con respecto a lo que había hecho de compartir las citas de E. de White sobre los eventos de NY y de otras ciudades. Lo interpretaron como un acto de imprudencia. Otros me consideraron deshonesto por aplicarlas directamente a lo que ocurrió en NY. Las cosas parecen ir, sin embargo, por otro camino que el temido, ya que la gente de afuera reacciona diferente de lo que muchos de entre nosotros predicen. 

Hay varios religiosos no adventistas en este país que han interpretado la catástrofe de NY y de Washington como un castigo de Dios por tolerar la homosexualidad y el lesbianismo, el secularismo, la inmoralidad, el materialismo, etc. Acá hay libertad, y para hacer uso de ella, los que venimos de otros países católicos en donde la dimensión de la libertad que se vive aquí no se conoce, tenemos que liberarnos primero de nuestros prejuicios tan típicos de gente que vive con una fe minoritaria en un contexto adverso. 

Dice E. de White:  "Pronto caerá sobre el mundo una tristeza tal que ningún balsamo humano podrá curar". La angustia que todo esto está causando en el mundo en general es un anticipo de lo que ocurrirá cuando termine el tiempo de gracia, de manera que será bueno que aprendamos la lección de este episodio para no volverlo a repetir ante las catástrofes futuras que se nos pre-anunció. 

Les envié un sermón que dio Mark Finley, que muestra claramente que Dios habla a través de las tragedias. Pero no todos son capaces de ver la vara de Dios en todo esto, y lamentablemente tampoco algunos hermanos y pastores nuestros. 

Ya Isaías lo advirtió:  "Oh Señor, tu mano está levantada, pero ellos no la ven" (Isa 26:11). Son unilaterales. Describen muy bien un aspecto de la realidad de la vida. Pero dejan de ver algo que no entra dentro de las teorías que han levantado para explicar las reacciones tan diversas del ser humano ante las catástrofes y, por consiguiente, no pueden entender el propósito de Dios al permitir tales catástrofes. 

Jer 18:7-12:  "En un instante puedo hablar contra una nación o un reino, para arrancar, derribar y destruir. Pero si esa nación se vuelve de su maldad, yo también desistiré del mal que había pensado hacerle. Y en un instante hablaré de esa nación o ese reino, para edificar y plantar. Pero si hace lo malo ante mis ojos, y desoye mi voz, desistiré del bien que había determinado hacerle.. Ahora, pues, di a todo hombre de Judá [de EE.UU. y del mundo], y a los habitantes de Jerusalén [Nueva York, Washington y toda ciudad del mundo]:  Así dice el Eterno:  Yo dispongo mal contra vosotros, y trazo un plan contra vosotros. Vuelvase cada uno de su mal camino, y mejore su camino y sus obras. Pero ellos replicaron:  Es en vano. Seguiremos nuestros planes, la terquedad de nuestro malvado corazón". 

A la luz de la Biblia y del Espíritu de Profecía es claro como la luz del día que lo que ocurrió en NY tuvo que ver con un castigo de Dios mezclado con misericordia. No voy a continuar repitiendo lo que ya he escrito. Lo menciono simplemente sin agregar textos adicionales. Los castigos de Dios se dan a veces por su directa intervención, o por retirar su espíritu y dejar libre al destructor para que haga su obra. Esto último es a todas luces lo que ocurrió recientemente, y así lo entienden algunos líderes nuestros que pude escuchar también. 

Si hay hermanos y pastores que son capaces de ignorar tales advertencias y ni siquiera interesarse en un tema como este de relevancias tan grandes, es en gran medida porque su interés se ha volcado a otras ramas de nuestra iglesia y de nuestro mensaje, y no se han interesado en los temas proféticos. Conozco un buen número de ellos en esa línea. Está muy bien lo que hacen al levantar la cruz de Cristo y hablar del amor de Dios y procurar dar consuelo a los desalentados. Pero al no ver la luz específica que Dios dio con respecto a estos eventos, su ministerio se vuelve unilateral e incompleto.

Los evangélicos suelen quedarse con los evangelios. Pero la Biblia es mucho más grande. Nosotros vamos más allá de las epístolas, y como pueblo del fin ponemos énfasis en el Apocalipsis, donde se nos anuncia el Espíritu de Profecía. Creemos también en el Antiguo Testamento y descubrimos en sus historias la manera en que Dios procede, cómo usa las catástrofes naturales y también las que tienen que ver con las pasiones humanas, algo que tantos dispensacionalistas han puesto de lado en relación con el Antiguo Testamento. 

Para no errar y cumplir eficientemente con el ministerio de Dios para esta época, se requiere de nosotros que aceptemos la Biblia en su totalidad, incluyendo el anuncio que allí se nos dio del Testimonio de Jesús, así como su cumplimiento y sus mensajes. Rechazar el Espíritu de Profecía es rechazar la Biblia que lo anunció. No interesarse en los eventos que se nos anunció y arrojar desdén sobre la luz que Dios nos dió para cuando éstos ocurren, es de gran pérdida.

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