La Predicción de E. de White Sobre Nueva York

Dr. Alberto R. Treiyer
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La predicción de E. de White sobre los sucesos de Nueva York se cumplió de una manera asombrosa el 11 de Septiembre de 2001. Algunos han querido negar su aplicación porque piensan que ella se refirió a una intervención directa de Dios, y la destrucción de esos dos edificios tuvo que ver con un acto terrorista. No captan que Dios interviene a menudo a través de agentes humanos dirigidos por Satanás, a quienes como Arbitro de todos los destinos, les permíte de tanto en tanto llevar a cabo sus infernales propósitos. Así, el rey de Asiria que castigó al puebo de Israel fue llamado "vara de mi enojo". "En su mano", dijo el Señor, "he puesto mi ira. "Le mandaré contra una nación impía y contra el pueblo objeto de su ira, para que coma despojos, arrebate presa, y lo pisotee como lodo de las calles" (Isa 10:5-6). Esas "varas" o "siervos" divinos son inconcientes de estar cumpliendo el designio del Señor (v. 7). Por su proceder cruel que Dios permite que lleven a cabo para castigar un pueblo rebelde, Dios, a la postre, los castigará a ellos también (v. 12).

“Se me mostró que los juicios de Dios no vendrían sobre ellos directamente del Señor, sino de esta manera: Ellos se colocan más allá de su protección.  El advierte, corrige, reprueba y señala el único camino seguro; luego, si aquellos que han sido el objeto de su cuidado especial siguen su propio, curso, independientemente del Espíritu de Dios, tras repetidas amonestaciones; si eligen su propio camino, entonces él no encarga a sus ángeles que impidan los decididos ataques de Satanás contra ellos”, Ev. Ült. Días, 247.

“Dios usará a sus enemigos como instrumentos para castigar a aquellos que hayan seguido sus propios caminos perniciosos, por los cuales la verdad de Dios ha sido tergiversada, juzgada equivocadamente y deshonrada”, PC 136 (1894).

Otra razón por la que algunos han querido negar el cumplimiento directo de la visión de E. de White es porque piensan que se refiere al día final. Debemos responder que su cumplimiento exacto en NY no agota la predicción, ya que ella anticipó más catástrofes que tendrían lugar Wsin previo aviso" (CDCD 152 (1902), "aún antes que venga la última gran destrucción sobre el mundo" (3MS, 478-479:  1901), como "una ilustración de cómo, en un momento, los edificios de la tierra caerán en ruinas" (CDCD, 152: 1902). Por otro lado, cuando el Señor venga, los hombres querrán que los edificios de NY y de todas las ciudades caigan sobre ellos, junto con las montañas y las rocas (Apoc 6:16-17). Con respecto a NY, sin embargo, declaró que "las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas", algo que se cumplió al pié de la letra.

Se ha invocado también la actitud de oración de tanta gente y religiones en este país como resultado de la catástrofe de NY, para negar que los sucesos del 11 de septiembre puedan ser interpretados como un juicio divino pre-anunciado por E. de White un siglo atrás. No ven, por consiguiente, que se pueda interpretar ese terrible atentado con un castigo divino sobre la nación de los EE.UU. Para ello, tienen que pasar por alto la maldad y corrupción tan grande que se vive en las grandes ciudades. Todos los años desfilan 100.000 homosexuales y lesbianas por las calles de NY. 434.000 personas mueren por causa del cigarrillo (1.200 c/día), sin que el gobierno tome medidas para detenerlo. ¡Cuántos millones mueren de hambre en tantos países de la tierra, mientras que la riqueza se concentra en pocas manos, gran parte de ella en los grandes propietarios y máximos representantes del progreso humano que ha explotado a los menesterosos!

El materialismo ha hecho que cada vez haya menos creyentes y muchísimas iglesias queden vacías. Las iglesias que aparentan crecer no ofrecen verdadero pan, sino un show de presuntos milagros y bailes "espirituales" que ponen la mirada en los sentimientos más que en la Palabra de Dios, en su verdad (Mat 24:24;  2 Tes 2:9-12;  Apoc 16:13). Los divorcios y familias divididas parecen aumentar aún más que los casamientos. ¿No es este el cuadro anticipado por el Hijo de Dios para el fin? (Mat 24:37-39). Si las iglesias y religiones se unen ahora para orar, en buena hora lo hacen. Los que invocan este hecho para negar un juicio divino, deberían meditar en las palabras de Isaías 26:9:  "Cuando hay juicios tuyos en la tierra, los habitantes del mundo aprenden justicia".

“Las plagas de Dios ya están cayendo sobre la tierra, arrasando las estructuras más costosas como si fuera mediante un soplo de fuego desde el cielo. ¿No harán estos juicios recapacitar a los profesos cristianos? Dios los permite para que el mundo preste atención, para que los pecadores le teman y tiemblen ante él”, 3MR 311 (1902).

“Mientras estas calmidades eran vistas por las naciones de la tierra, se me mostró otra escena---Un gran movimiento de reforma entre el pueblo de Dios…”, General Conference Bulletin," May 19, 1913

Aún así, no podemos evitar preguntarnos si tales oraciones tienen el propósito de obedecer a Dios con un cambio real de corazón, o si se trata de un simple clamor, tan pasajero como el rocío de la mañana. "El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable" (Prov 28:9).

También se ha tratado de negar el vínculo de este atentado terrorista cruel y diabólico como juicio divino porque en él murió gente inocente. Aquí no voy a entrar a discutir si todos los que murieron fueron inocentes ni si todos fueron culpables. Digamos simplemente que cuando Dios permite la tragedia pagan a menudo justos y pecadores. Daniel y sus compañeros tuvieron que penar 70 años como esclavos por culpa de su pueblo, y cuántos de sus parientes inocentes habrán perdido la vida en la destrucción babilónica de Jerusalén. Siendo que este punto tocaré más ampliamente en otra meditación futura, pasaré ahora a analizar algunas citas de E. de White.

La sierva del Señor se refirió a la guerra de Secesión como un castigo divino contra esta nación por el terrible crimen de la esclavitud. Y esto, a pesar de que se trató de combates humanos y murieron muchos inocentes. También se refirió al terremoto de San Francisco como un castigo divino por la corrupción que había allí, donde también murieron inocentes. ¿No sería demasiado osado ahora negar no solo el cumplimiento de lo que anticipó sobre NY, sino también que se trató de un juicio de Dios? En efecto, ¿puede excluirse realmente a Dios de esos atentados? Por supuesto, Dios no lo hizo ni lo provocó. Pero, ¿quién puede negar que lo permitió? ¿No es él el soberano del universo? Entonces, ¿por qué lo permitió?

“Los juicios de Dios están en la tierra.  Las guerras y los rumores de guerras, la destrucción por fuego e inundación, dicen claramente que el tiempo de angustia, el cual irá en aumento hasta el fin, está cerca, a las puertas. No tenemos tiempo que perder.  El mundo está perturbado por el espíritu de la guerra”. Maranata: el Señor Viene, Diciembre 4.

“Vendrán calamidades, calamidades sumamente pavorosas, de lo más inesperadas; y estas destrucciones se sucederán unas a otras. Si se prestara atención a las amonestaciones que Dios ha dado, y si las iglesias se arrepintiesen y volviesen a ser fieles, entonces otras ciudades serían perdonadas por un tiempo.  Pero si los hombres que han sido engañados continúan en el mismo camino en el cual han estado andando, sin prestar atención a la ley de Dios y presentando falsedades ante el pueblo, Dios permite que sufran calamidades, para que sus sentidos despierten.” EE, 24.

“El Señor está eliminando sus restricciones de la tierra, y pronto habrá muerte y destrucción, aumento de la delincuencia, y crueles y malas acciones contra los ricos que se han ensalzado contra los pobres.  Los que no tengan la protección de Dios no hallarán seguridad en ningún lugar o posición.  Los agentes humanos se adiestran y usan su poder inventivo para poner en funcionamiento la maquinaria más poderosa para herir y matar.”   1994, tomo 8, pág. 50.

¿Por qué E. de White debió hacer algunas aclaraciones con respecto a NY?

“Hace un tiempo el pastor K publicó algunas noticias muy alarmantes concernientes a la destrucción de Nueva York. Escribí inmediatamente a los encargados de la obra de ese lugar diciendo que no era conveniente publicar tales noticias, porque podrían provocar una agitación que resultaría en un movimiento fanático que dañaría la causa de Dios. Basta presentar a la gente la verdad de la Palabra de Dios. Las noticias alarmantes son
perjudiciales para el progreso de su obra... He advertido a los hermanos que trabajan en Nueva York diciéndoles que no deben publicar estas noticias excitantes y aterradoras.  Cuando mis hermanos son extremistas, esto me afecta, y como resultado debo sufrir el reproche de ser llamada una falsa profetisa.

¿Pensáis que si yo hubiera dicho que Nueva York sería destruida por un maremoto, habría instado a comprar una propiedad distante sólo 60 millas de esa ciudad, como sitio de un sanatorio y como un lugar desde el cual podría trabajarse la ciudad de Nueva York?”   Carta 176, 1903

¿Cuál sería la razón por la que caerían algunos rascacielos de NY?

(Con esto no negamos que esos sucesos se repitan en NY y en otras ciudades, tal como ella lo anticipó. Es decir, que lo que ella dijo no necesariamente se agota en lo ocurrido con las dos torres gemelas y otros edificios adyacentes).

Joyas de los Testimonios tomo 3. páginas 280 y 281.

"Se me hizo contemplar una noche los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo. Esos inmuebles que eran la gloria de sus propietarios y constructores eran garantizados incombustibles. Se elevaban siempre más altos y los materiales más costosos entraban en su construcción. Los propietarios no se preguntaban cómo podían glorificar mejor a Dios. El Señor estaba ausente de sus pensamientos. Yo pensaba: ¡ojalá que las personas que emplean así sus riquezas pudiesen apreciar su proceder como Dios lo aprecia! Levantan edificios magníficos, pero el Soberano del Universo sólo ve locura en sus planes e invenciones. No se esfuerzan por glorificar a Dios con todas las facultades de su corazón y de su espíritu. Se han olvidado de esto, que es el primer deber del hombre.

Mientras que esas altas construcciones se levantaban, sus propietarios se regocijaban con orgullo, por tener suficiente dinero para satisfacer sus ambiciones y exitar la envidia de sus vecinos. Una gran parte del dinero así empleado había sido obtenido injustamente, explotando al pobre. Olvidaban que en el cielo toda transacción comercial es anotada, que todo acto injusto y todo negocio fraudulento son registrados. El tiempo vendrá cuando los hombres llegarán en el fraude y la insolencia a un punto que el Señor no les permitirá sobrepasar y entonces aprenderán que la paciencia de Jehová tiene límite.

La siguiente escena que pasó delante de mí fué una alarma de incendio. Los hombres miraban a esos altos edificios, que juzgaban incombustibles, y decían :"están pefectamente seguros" [muchos murieron porque los instaron a volver a subir diciendo que los edificios estaban seguros], pero esos edificios fueron consumidos como sustancia resinosa. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas. Me fué dicho que cuando llegue el día del Señor si no ocurre algún cambio en el corazón de ciertos hombres orgullosos llenos de ambición, ellos comprobarán que la mano otrora poderosa para salvar, lo será igualmente para destruir. Ninguna fuerza terrenal puede sujetar la mano de Dios. No hay materiales capaces de preservar de la ruina a un edificio cuando llegue el tiempo fijado por Dios para castigar el desconocimiento de sus leyes y el egoísmo de los ambiciosos".

Los diarios se han referido a esas torres como un símbolo del "poder humano", del "poder económico", que fue abatido. Se dio en medio del centro económico mundial, y afectó tremendamente los mercados mundiales. Teniendo en cuenta las específicas declaraciones de la pluma inspirada, ¿quién podría ser tan osado de afirmar que esa destrucción no tuvo nada que ver con un juicio o castigo divino hacia esta nación, ni nada que ver con la predicción tan directa de E. de White? Si así fuera, nuestra iglesia se equivocó entonces también en interpretar la predicción de la destrucción de San Francisco por un terromoto como un castigo divino que la Sra. White anunció tres años antes (véase Ev. de los Últ. Días, 117-118). (Esto no disminuye en nada la responsabilidad del terrorismo en esos atentados).

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