Los Musulmanes en La Profecía - 1 Dr.
Alberto R. Treiyer Hace
unos años atrás estaba dando conferencias en la ciudad de Coatzacoalcos, México.
En un momento de preguntas, una persona levantó su mano y me preguntó:
“¿Hay algún lugar en la profecía que hable de México?” En el acto
le respondí: “Sí. En Apoc 18:1:
‘Después de eso vi a otro ángel descender del cielo con gran poder, y
la tierra fue iluminada con su gloria’. México está en la tierra, por
consiguiente, la predicación del evangelio final en México forma parte de esta
profecía”. Los
árabes también están en la tierra. Sus países recibirán igualmente el
impacto de la proclamación del mensaje final, en relación con la caída de
Babilonia. No obstante, para los que se preguntan sobre las profecías con
respecto a los árabes, podemos darles noticias más precisas de lo que la
Biblia dice de ellos. 1.
La primera profecía del Antiguo Testamento sobre los árabes. Es
sabido que los árabes provienen de Ismael, el primer hijo de Abraham. Por esta
razón, hasta el Corán venera al padre de los judíos y cristianos [, Abraham].
Mientras que los judíos y los árabes lo reconocen como padre carnal, los
cristianos lo reconocen como “padre de la fe” (Jn 8:39, 58; Gál 3:6-9).
Aunque con los siglos, el idioma hebreo y el árabe evolucionaron en forma
diferente, su parentesco ha servido para que los intérpretes de la Biblia
busquen en la lengua árabe raíces semejantes, especialmente en relación con términos
que se perdieron con el uso, y resultan difíciles de entender. ¿Qué
dijo el Señor con respecto a Ismael, en referencia a su innumerable prole? (Gén
16:10). “Será hombre arisco, su mano será contra todos, y las manos de todos
contra él. Y habitará ante todos sus hermanos” (Gén 16:12). Así se revela
su carácter obstinado que desembocó tan a menudo en fanatismo, especialmente
después de Mahoma. 2.
Las únicas profecías del Nuevo Testamento sobre los árabes. Las
únicas dos profecías del Nuevo Testamento acerca de los árabes se encuentran
en Apoc 9. Irrumpieron en la historia occidental abruptamente en el siglo VII,
de una manera tan dramática y significativa, que ya para el siglo VIII, Beato,
monje español, pudo identificar sin problemas el símbolo de las langostas de
la quinta trompeta en los árabes sarracenos. Para ese entonces, la expansión
musulmana había logrado cubrir el norte de África, el Cercano Oriente y España. Muchos
intérpretes lo siguieron en esta interpretación, aún durante la época de la
Reforma, como Lutero y Bullinger. Este último, ya en la segunda mitad del s.
XVI, distinguió en forma notable a los dos grandes movimientos expansionistas
de los musulmanes. Los árabes sarracenos y los turcos otomanos se veían
representados en la quinta y sexta trompetas respectivamente. Más de cien
autores concordaron con él a lo largo de los años, transformáandose en la
interpretación clásica del protestantismo hasta el s. XIX. En
el s. XX, los protestantes abandonaron esa interpretación debido a dos aspectos
básicos. El racionalismo imperante en esa época hizo que los intérpretes de
la Biblia negasen todo valor trascendental de la Biblia, rechazando sus profecías,
y adoptando el principio preterista que consiste en confinar todo símbolo
del Apocalipsis al primer siglo. El mundo evangélico especialmente
norteamericano, por otro lado, continuó reconociendo la intervención de Dios
en la historia profética, pero abandonó también el historicismo, reemplazándolo
por el futurismo que consiste en confinar todo cumplimiento de las profecías
hacia el fin del mundo. Mientras que los preteristas son escépticos, los
futuristas tienden a ser extravagantes y fanáticos en sus interpretaciones. 3.
Los historicistas del siglo XX. ¿Qué
es el historicismo? En materia de interpretación profética, significa creer
que Dios dio a su iglesia una orientación profética no sólo para el comienzo
de la dispensación cristiana, ni tampoco únicamente para el fin del mundo.
Entre ambos polos hay toda una espina dorsal que, de comprenderse bien, permite
ver el cumplimiento histórico de Daniel y Apocalipsis a lo largo de toda la
dispensación cristiana. Al poder unir los dos extremos del pasado y del futuro
en el presente histórico, los historicistas pueden continuar discerniendo en qué
momento del reloj profético se encuentran. Jesús dijo, en efecto:
“Estoy con Uds. todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat
28:20). Y esto incluye su orientación profética, como en lo pasado (Mat 24-25;
2 Tes 2; Apocalipsis). Los
únicos herederos del historicismo que quedan a partir del s. XX son los
Adventistas del 7mo. Día. Aunque confrontados de tanto en tanto con intentos de
penetración preterista y futurista, siguen aferrados al único método serio y
viable que la Biblia da para comprender sus profecías. Dejar de serlo sería
suicida, ya que los llevaría a negar ser el remanente anunciado en Apoc 12:17,
con la misión divina de proclamar los últimos tres mensajes angélicos que
deben darse al mundo (Apoc 14:6-12). Estamos condenados [obligados] a mantener
el historicismo como principio de interpretación profética, o de lo contrario,
perder nuestra identidad para ser asimilados por la Babilonia moderna, como está
ocurriendo con las demás iglesias protestantes y evangélicas. En efecto, los protestantes salieron de Roma gracias a que captaron que la mujer ramera de Apoc 17 era la Iglesia Católica Romana. En un intento de esquivar el golpe, dos intérpretes católicos introdujeron la interpretación preterista (J. Henten, 1547; Luis de Alcázar, jesuita, 1614) y la futurista (Francisco Rivera, jesuita, 1590). ¿Habría de extrañarnos que, al ir abandonando el historicismo en el s. XX, tanto protestantes como evangélicos hayan estado siendo asimilados, poco a poco, a la gran Babilonia? Esa será la suerte de todo aquel que, entre nosotros, caiga también en la tentación de seguir a los que han perdido el rumbo en materia profética. -- Texto recolhido da Internet, sem pedido de permissão ao autor. Leia também: |
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